¿Cuándo...

… dejaremos de percibir que éramos más felices hace algunos años, sin tantas fuentes informativas?

… escucharemos más veces al día una risa que un porcentaje?

… volverán a llenarse las calles —caminando o en coche— de educación, de cortesía, de respeto hacia los demás y de algún guiño de simpatía?

… compraremos un periódico todos los días y, los domingos, dos o tres?

… consumiremos sin darle a los céntimos la categoría y el valor que han adquirido?

… podrán los más jóvenes incorporarse de «aprendices» a un comercio, a un taller o a una oficina?

… volveremos a entrar en un bar y escucharemos el golpeo de una ficha de dominó sobre el tablero de madera o mármol, bajo una provecta mano?

… escucharemos a unos padres/abuelos llamando por sus nombres, a voces y por el balcón, a sus hijos/nietos que llevan horas jugando en la calle?

… volveremos a hacernos un bocadillo de chocolate negro, muy duro, de un centímetro de grosor?

… se exigirá a los gestores públicos —políticos y legisladores— una mínima cualificación profesional, un aval de su valía personal?

… volverán nuestros hijos a salir a la tarima de la clase a declamar, a narrar historias, a disfrutar de la comunicación oral pública?

… volverá a la Radio el serial de por las tardes?

… podrá el concepto, lo esencial, adjudicarse una parte de lo superfluo y artificial?

… dejaremos de llevar una mascarilla en la mochila, otra más en el coche y una tercera en el bolsillo del pantalón?

… se neutralizará a quienes prometen a la ciudadanía determinadas acciones y, posteriormente, activan lo contrario?

… iremos al cine y nos dará igual sentarnos al lado de cualquier persona?

… se acabarán los «teletrabajos» y volverán los cafés de media mañana con los compañeros de empresa?

… desaparecerán las colas de gente esperando en la calle para entrar de uno en uno a cualquier lugar?

… complementaremos la vida de hoy rescatando aquello que funcionaba hace algunos años, sin complejos?

… miraremos las tasas de desempleo de nuestra región/país y no serán el doble o el triple que las de otros países de nuestro entorno?

… podremos echar una mano en la empresa o negocio de un familiar, o un amigo, sin miedo a la inspección y a la multa?

… volverá aquella «recomendación laboral» para el hijo de un amigo que, en muchos casos, era el inicio de una larga carrera profesional?

… dejará de ser excepcional alguien que atiende al público con simpatía y cordialidad y vuelva a ser lo habitual?

… volverán los locales de música y copas, en un sótano o al aire libre, en los que se podía bailar pegados?

… evitaremos el intrusismo profesional —permitido, descarado y dañino— que afecta tan negativamente a toda la sociedad?

… garantizaremos a los que se preparan y esfuerzan durante un periodo formativo específico que, al terminarlo, encontrarán su futuro laboral en él?

… poder disfrutar de unas merecidas vacaciones volverá a ser inexcusable?

… dejará de interesarnos la última conquista sexual de un concursante anónimo televisivo?

… dejarán los informativos de contarnos los muertos habidos por una u otra causa, la misma taladrante causa cada día?

… volverá un espacio radiofónico de discos dedicados para aquellos que cumplen años, se van de viaje o alcanzan las bodas de plata en su matrimonio?

… volveremos a invertir una hora a la semana en escribir una carta —aunque sea a ordenador— y enviarla a quien está lejos de nosotros detallándole cuánto le echamos de menos y le queremos?

… podremos cenar huevos fritos con papas fritas sin remordimientos de culpabilidad?

… volveremos a celebrar el santo de alguien como una efeméride especial y poder tener la excusa de juntarnos y brindar, reír y vivir?

… dejará el futuro de preocuparnos y volveremos a vivir intensamente el presente, sin planes negativistas del mañana?

… volverá a la Televisión el teatro, una vez a la semana?

… llegará el día que no acabe, ni uno solo, sin que nos hayamos dicho un te quiero, un te necesito, un me encantas, un me acuerdo mucho de ti o un me gustas?

… volveremos a ver, al caer la tarde, a gente refrescando con un cubo de agua su portal y la acera de su casa o comercio?

… volverán a darnos para merendar pan con mantequilla y azúcar?

Estos pocos «cuándos» quizá no vuelvan; a lo mejor, con suerte, se recupera alguno de ellos. La buena noticia es que, muchos de nosotros, hemos tenido la fortuna de haber vivido, intensamente, la mayoría de ellos..., ¡y otros muchos más!

Dijo el escritor estadounidense Scott Fitzgerald, en la primera mitad del siglo pasado:

«Y así vamos adelante, botes contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado».

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