PRECIO/HORA DE UN FORMADOR AUTÓNOMO (el mío, sin ir más lejos)

27/04/2023 Tenerife - Islas Canarias – ESPAÑA

Después de más de tres décadas impartiendo formación a políticos y candidatos, periodistas, profesionales liberales, universitarios, altos directivos, empresarios, locutores, profesores, comerciales y amantes —en general— de la Comunicación Pública y de la Locución Audiovisual, quiero compartir y desarrollar con usted la explicación —insisto, la mía en particular— acerca del porqué se cobra un determinado importe en el ámbito formativo, o sea, concretarle qué incluye ese precio/hora presupuestado.

Es cierto que no se aceptan todas las propuestas que me piden, ¡ojalá fuera así!, aunque muchas de ellas, obviamente, sí son aprobadas y se desarrollan con el nivel profesional y el esmero académico que ambas partes, asistente/s y formador, merecen e imprimen en cada ocasión.

Hubo un tiempo en el que me entraban dudas sobre los motivos de la no aceptación de un determinado presupuesto pero, rápidamente, supe que debía estar tranquilo y no sentirme responsable de ello.

Sé alguna de las causas que inducen a esa negativa. No es por plantear unos objetivos incumplibles, no. Tampoco es porque la calidad del programa académico sea insuficiente, no. Ni es por no poseer una buena cualificación profesional, ¡ni mucho menos!

Entonces, se preguntará usted, ¿a qué se debe? Es sencillo, simplemente lo motiva el importe de la matrícula, el precio/hora. Por supuesto que cada posible asistente a un curso tiene sus razones objetivas para no aceptar las condiciones económicas del mismo.

Los motivos son variados y, repito, todos justificadamente válidos: «que creía que era más económico, que ha tenido unos gastos imprevistos, que si la ausencia de ahorros, que si unas expectativas económicas diferentes, que si es por valoraciones profesionales distintas, que si por una limitación presupuestaria puntual, que más adelante ya lo haré…» y, así, un larguísimo etcétera de motivos más que pertinentes.

Me dirijo a continuación, sobre todo, a los que están vinculados con alguna de las situaciones anteriormente detalladas porque, ya que soy capaz de comprender sin reservas cualquiera de sus actitudes, reflexiones y decisiones derivadas del coste/hora causante del rechazo a la formación, considero de justicia que conozcan también las mías, ya que nunca acompañan a las partidas económicas cotizadas y es normal que las desconozcan.

En cualquier propuesta que hago llegar a un posible asistente, el importe por hora que se consigna está formado por varios conceptos. El primer conjunto de ítems repercutido corresponde a mi comparecencia física durante la sesión de dos o más horas, de manera presencial, incluyendo también el tiempo necesario previo consumido antes de llegar al aula, al despacho o a la sala en la que se impartirá el curso, más el invertido al volver —tras la clase— a mi casa, así como el gasto proporcional de teléfono móvil, ordenador, electricidad, despacho, material fungible de oficina, impresora, coche personal, vestuario, gafas progresivas de calidad, agenda, bolígrafos de varios colores, gastos bancarios de mantenimiento de cuenta, desayuno, almuerzo y cena, dentista, fisio, imprevistos, agua de colonia, etc.

Es decir, lo que vienen siendo esos gastillos sin importancia necesarios para la subsistencia del ser humano.

Pues bien, querido lector, por toda esta serie de conceptos descritos hasta ahora, yo, en mi caso, no cobro nada. ¡Como lo lee!, ni un solo euro. Porque mi compañía física entiendo que es absolutamente gratis y, los otros gastos detallados, tenga o no cursos, pues son prácticamente inevitables. Incluso si tomo algo con el asistente a la formación, invito yo, sin problema. ¡Estar en compañía no tiene precio y me encanta!

Además, facturar la presencia de alguien por el mero hecho de estar, así, sin más, no me parece de recibo. Todo lo contrario, disfruto al compartir un café, un refresco y una buena conversación, ¡bendita compañía!

Ahora bien, el segundo concepto sí es el que origina el importe real de una hora de formación. Este sí. Este es el núcleo del importe presupuestado. Lo detallo.

En él, se incluye proporcionalmente la parte del conocimiento y del contenido didáctico que transmito e ilustran al asistente. Este binomio es fruto de miles de horas de estudio y preparación académica, investigadora y universitaria; de incontables horas de experiencia profesional desarrollando programas personalizados en el ámbito que nos ocupa; de la superación de numerosas evaluaciones y de rigurosos exámenes en los que su adecuada preparación me exigió una estricta cualificación —con inversión de tiempo y dinero— y, todo ello, acompañado de la bellísima responsabilidad que significa entregar una importante parte de mi actividad laboral en la que quedan garantizadas la técnica, la habilidad y la destreza profesional, avaladas por los cientos de asistentes que, en todo el territorio nacional, me han permitido disfrutar de mi pasión profesional durante más de treinta años: la voz, el gesto, el volumen, el silencio, el ritmo, el énfasis, la inflexión o el embellecimiento sonoro.

Lo pilla, ¿verdad? 😉

P. D.: Los impuestos locales, nacionales, IRPF, billetes de avión, tren o alquiler de coche y gastos de hotel, ¡estos van aparte!

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