Los adultos somos muy listos. Siempre
tenemos una frase hecha para todo. ¡Qué maestría poseemos para eludir
responsabilidades! A nuestra habitual manera de dar consejos milagrosos a
nuestros jóvenes -y a los varios millones de desempleados-, ahora le añadimos
lo último que hemos descubierto para hacer magia
laboral mediante la pronunciación de cualquiera de los siguientes axiomas: “Hay
que ser emprendedor, tienes que reinventarte, monta tu propia empresa, hazte
autónomo y trabaja para ti, tienes un millón de ideas para hacer negocio...”,
y tropecientas gilipolleces parecidas con las que, una vez más, solo perseguimos
la exculpación individual, la ocultación de nuestra incapacidad gestora y el pase
de la pelota de la responsabilidad al
tejado ajeno.
En España tenemos 82
universidades con casi 1,5 millones de alumnos matriculados, pues bien, tan
solo una media del 7% de estos alumnos opta por el camino de la mágica emprendeduría empresarial. Esta cifra marca la realidad. ¿Cuándo
vamos a empezar a proteger las vocaciones “no mercantilistas”
de nuestros jóvenes y desempleados? ¿En qué momento entenderemos que no todos
hemos nacido para ser empresarios, emprendedores, jefes, directores, mandos intermedios
o tiburones financieros? A ver si empezamos ya a respetar las vocaciones profesionales,
los talentos naturales, los gustos laborales y el derecho a la felicidad personal.
Tengo derecho a trabajar en lo que me gusta, y no tengo la obligación de ser empresario |
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