¡Cuántas veces nos habrán dicho aquello
de “estudia, para que seas alguien en la
vida, para que tengas futuro, ya verás cómo me lo agradeces”! ¡Una mierda! Pero grande. Al
menos aquí, en España, para varios millones de personas.
Resulta que cuando te haces una
persona mayor, de esas que por haber estudiado y por haberse preparado
suficientemente y ser un gran profesional de lo tuyo no deberías tener ningún
problema, es justo cuando más dificultades te abordan. ¡Cuántas veces habremos dicho eso
de “yo, a los cincuenta, voy a procurar
retirarme”! ¡Qué ilusos, por Dios!
Tenemos una torpeza de gestión y
una ineptitud social tan profunda que ni siquiera nos permite alcanzar el
mínimo de egoísmo necesario para proteger nuestros propios proyectos vitales.
Amigos míos arquitectos, ingenieros, abogados, aparejadores, geógrafos,
historiadores, filólogos, periodistas (¡no digamos!), empresarios, hosteleros,
publicistas, locutores, administrativos y de un sinfín de actividades laborales
más, no tienen un solo cliente, ni un solo proyecto, ni un solo presupuesto, ni
una sola factura que hacer, ni un solo euro que cobrar. En España, estamos sin trabajo casi
tres de cada 10 ciudadanos en edad de ello, seis de cada 10 jóvenes y un millón
doscientos mil desempleados tienen más de 50 años. Estas cifras son una
verdadera vergüenza. Una sociedad que no es capaz de incorporar y mantener
trabajando a personas con la experiencia, el conocimiento y la profesionalidad
que poseen los mayores de 50 años, y con la fuerza y el espíritu innovador y
creador de sus jóvenes, es una sociedad fantasma, insolidaria, descerebrada y
abocada a la ruina.
Mucho han de cambiar
las cosas para corregir este rumbo errático que hemos dejado marcado a la
generación de nuestros hijos
La tasa media de desempleo en
Europa es de, apenas, el 10 %. Nosotros, los españoles, casi la triplicamos. En
Estados Unidos es del 6 %, seis veces menos que en algunas comunidades
autónomas españolas. ¿Qué coño estamos haciendo? ¿Es que no sabemos ni siquiera
copiar? ¿Es que, de verdad, somos tan tontos que van pasando los meses, los
años, y no hay nadie capaz de enderezar de una puñetera vez este desaguisado
social? Hay momentos que te dan ganas de
mandar todo a la mierda pero, menos mal que las pocas neuronas que no han
sucumbido a la crisis global de valores (y de parné), nos mantienen
esperanzados e ilusionados con que, en un futuro, esto cambie. Alguien dijo una vez “El hombre maduro es aquel que ha sabido
reconciliarse con su pasado”.
¡Joder, pues a mí me está costando un huevo!
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