Un canario que hace honor al titular de este artículo es el empresario Paco Chinea. Él, acaba de estar -arriesgar- en el teatro La Latina, de Madrid, produciendo una obra del grupo "El Supositorio". Pero de eso, hablaré después.
Paco, es conocido popularmente por ser el propietario del estudio de grabación, ubicado en Tenerife, Multitrack Records. Ya despuntaba maneras de emprendedor empresarial desde sus más tiernos inicios en el mundo de la música, la publicidad y la cultura. Recuerdo con exactitud cómo fue el primer promotor en Canarias de un curso de locución publicitaria y comercial -que tuve el placer de dirigir- en el año 1984, impartido en las dependencias de grabación de su modesto estudio de aquellos momentos.
Por los estudios de Paco he visto pasar desde el genio musical de Pedro Guerra hasta la más traviesa de las murgas, desde el folclore de Los Sabandeños a la virtuosidad del timple de Benito Cabrera. Y así, en casi treinta años, Multitrack Records, es hoy día uno de los máximos referentes en el ámbito de la producción musical española e internacional. Y ahora, además, productor de teatro, es decir, un tipo singular, diferente, atrevido, ¡con un par de huevos! Me encantan las personas como Paco y como los actores de "El Supositorio", entregadas a la aventura cultural cueste lo que cueste, aunque no sea negocio, capaces de reírse de sí mismos, de sacarle inteligente punta a nuestras peculiaridades canarias, de provocar carcajadas imparables con sus irónicas propuestas sobre el escenario.
¡Qué orgulloso me sentí en Madrid, en el teatro La Latina, recibiendo calidad, entrega y la profesionalidad de un grupo de buenos canarios! Paco, a mí, ya me han convencido plenamente, soy un nuevo e incondicional fan de ustedes. Pero eso no tiene mérito porque en cada representación teatral van a ir consiguiendo cientos de seguidores. Son muy buenos.
Sentados al lado de mi butaca, había un grupo de jóvenes madrileños que varias veces expresaron lo bien que lo estaban pasando durante toda la función con una frase que sentenciaba vuestra actuación de manera concluyente, que comparto absolutamente y que transcribo a continuación literalmente:
"¡Estos tíos..., son la hostia!"
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