Que los últimos años
del sector audiovisual canario han sido nefastos, eso, nadie lo duda. Que la
Radio Televisión Canaria pública debería haber dado ejemplo de gestión y
capacidad de imaginación y que no lo ha hecho, tampoco se pone en cuestión.
Pero, si me preguntan acerca de si este desbarajuste se puede frenar, si hay posibilidad
de enderezar una manera de hacer radio y televisión tan poco eficaz -a la par que perniciosa- para el sector y la propia sociedad, la respuesta es rotunda, sí,
sí se puede. ¡Se debe!
Claro, se conseguirá
si damos un volantazo, si decidimos nítidamente qué destino alcanzar y lo dejamos
en manos de expertos pilotos capaces de navegar contra las fuertes corrientes y
los vientos racheados que, seguro, aparecerán en plena travesía y, todo ello,
mientras se reparan los daños ya sufridos.
La RTVC ha pasado
malos años, está muy enferma, y para colmo no ha sido atendida por los mejores
médicos, sino por una especie de galenos que, torpemente, solo han sabido aplicar cerato
simple sobre la piel del Ente para que brillara cosméticamente –haciéndonos
creer que su salud era buena- pero que, sin embargo, no curaba sus males
reales, los más graves e internos. Con este ineficaz tratamiento es lógico que
la alternativa final sea la de inducirla al coma, a un profundo sueño y a una inconsciencia que le
otorgue la esperanza de la somera subsistencia a ver si, por casualidad, algún día, la
enferma se despierta curada y recobra la personalidad y la grandeza que nunca
debió perder.
Estoy convencido de que los profesionales de la comunicación -los veteranos y los noveles-, entregados a su más noble vocación, activan y movilizan a los demás compañeros para no cejar en reconducir, neutralizar y anular definitivamente tanta egoísta chapuza política.
Eso sí, se debe empezar a cuidar su salud audiovisual ya, sin más dilación. Un
completo análisis de su estado y una adecuada –e inmediata- medicación
permitirá que el buque insignia de la Comunicación en Canarias, la “autonómica”, marque la guía al resto de
medios audiovisuales de ambas provincias y dignifique un Ente con capacidad de
brillo y esplendor individual del que toda la sociedad se sienta orgullosa de
su imagen pública, de sus equipos humanos, de su capacidad de información y
entretenimiento y de su inexcusable servicio público.
Señores políticos
autonómicos, parlamentarios de Canarias, presidente del Consejo Rector, equipo
directivo, la medicación para sanar al enfermo debe aplicarse con celeridad. Y
en medio de la alta capacidad de conciliación, necesaria para establecer
acuerdos y compromisos de gestión, permítanme recordarles que ningún reto en la
vida puede llegar a ser excelente y grande sin que la ilusión, el compromiso
personal y la vocación máxima imperen por encima de cualquier otra consideración.
No solo eso, después tendrán que esmerarse en los cuidados de
mantenimiento para evitar la recaída. Y tomar precauciones, entre ellas, la de
no volver a cometer ninguno de los errores ya conocidos por todos; no alcanzar
exiguos porcentajes de apenas un 37% de producción propia, no programar y
repetir espacios televisivos que ya han ofrecido otras cadenas públicas y/o
privadas, no dejar de lado a las universidades canarias, no maltratar a las
pequeñas empresas de producción audiovisual ni a los medios locales privados de
radio y televisión, no olvidar a los jóvenes y su entorno académico, cultural,
de ocio y deportivo, no hacer radio y televisión sin tener en cuenta la
profesionalidad y experiencia de los verdaderos eslabones que las componen (artistas,
cantantes, letristas, músicos, periodistas, estudiantes de escuelas técnicas,
formación profesional, guionistas, carpinteros de rodaje, baile y danza,
coreografía, iluminadores de estudio/exteriores, fotógrafos, informáticos,
operadores de cámara, redactores, realizadores, reporteros, decorados, efectos
especiales, edición de audio y video, orquestas, bandas de música, actores, ...,),
no dejar pasar la oportunidad de formar y reciclar a los profesionales del
medio impulsando coproducciones y asesoramiento técnico con empresas del
sector, no olvidar la función catalizadora que en pro de la normalización
política, y de toda la actividad administrativa de la Comunidad, debe poseer
una RTV pública y, finalmente, no caer en el error de envolver todo ello con un
papel de dinero sucio, manchado de basura y de miseria humana.
Ustedes, los responsables, los que cobran por gestionar
nuestros intereses y por dirigir la RTVC, deben devolverle el respeto institucional y
corporativo que la sociedad se merece, tienen que alcanzar la dignidad que emana
del desarrollo periodístico, defender y apoyar el
ejercicio empresarial audiovisual y proyectar el máximo
rigor y transparencia económica posible en cualquier acción empresarial. ¡Cumplir la Ley!
Espero que tengan los redaños necesarios para conjugar
conocimiento, demostrar cualificación, aplicar tolerancia, aprovechar la experiencia,
derramar ilusión, dedicación y respeto a la profesión, que demuestren que aún
se puede dignificar el sentido de servicio público, de conciliación y, sobre
todo, que lo hagan con vocación..., muchísima vocación. Si así lo hacen,
tendrán el reconocimiento de cientos de miles de canarios. Y mi agradecimiento.
El abogado, y expresidente de la Comisión Federal de
Comunicaciones de EEUU, Newton Norman,
afirmó en una ocasión que “cuando la
televisión es buena, nada es mejor pero, cuando es mala, nada es peor”. ¡Queremos una RTVC buena!
Comentarios
Publicar un comentario
Muchas gracias por tu comentario.