-¡Hola hija mía, buenos días,
claro que sí!
-Papi, ¿por qué vas vestido igual
todos los días a tu trabajo?
-¡Jajaja!, porque soy teniente
del Ejército, cariño, y los militares nos ponemos uniforme.
-¡Ah!, ¿y quiénes formáis el
Ejército?
-Pues mira, somos un conjunto de
mujeres y hombres que formamos la fuerza militar de la nación, o sea, de España.
-¡Ya! ¿Y qué es lo que hacéis?
-¡Uy!, muchísimas cosas. ¿Quieres
que te cuente algunas de ellas mientras desayunamos?
-¡Sí, por favor, papi, cuéntame!
-Verás, en nuestra sociedad
tenemos un conjunto de normas fundamentales, de derechos y de obligaciones que
se reúnen en lo que llamamos la Constitución, para que lo entiendas mejor, es
la mayor Ley de todas las leyes, es la norma de todas las normas, ¿lo entiendes?
-Pues algo muy importante, mi
amor, y es que en ella se refleja el derecho y el deber que tenemos los
españoles de defender España, y en concreto, hay un artículo que dice
literalmente que las Fuerzas Armadas tenemos “...la misión de garantizar la
soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el
ordenamiento constitucional". O sea, cuidar de nuestra seguridad nacional.
-¿Y solo haces eso, lo que dice
la Constitución?
-¡Bueno, solo eso no, pequeña!,
también tenemos que estar preparados para acudir a cualquier lugar de España, y
del mundo, en el que un suceso o una emergencia social requiera de nuestra
ayuda humanitaria y de todos nuestros equipos y herramientas.
-¡Ah, entonces yo estaba
equivocada porque creía que los soldados solo servían para ir a la guerra, como
en las pelis!
-Pues no, mi vida. Los ejércitos,
en general, han evolucionado y se han adaptado a las nuevas sociedades y a las
circunstancias que en cada momento rodean a las naciones y países de todo el
planeta, es decir, que también intervienen para consolidar la paz, para
reconstruir una sociedad que ha sido golpeada por un conflicto bélico o,
incluso, para proteger, apoyar, vigilar y tratar de recuperar la cohesión
social en situaciones delicadas en las que sea preciso erradicar la violencia y
promocionar la paz.
-¡Claro,
chica!, nos encanta ayudar a los demás, nuestra vocación militar pasa precisamente
por una entrega incondicional al servicio público, a impedir que se violen los
Derechos Humanos en países poco protegidos, a potenciar los valores de la paz y
la democracia, a facilitar que los que están enfadados entre sí, y que incluso
se pelean, dejen las armas y se sienten a hablar y solucionen sus problemas sin
necesidad de iniciar futuras guerras.
-¡Guau,
qué chuli, papi! ¡Qué orgullosa estoy de ti!
-¡Jajaja,
gracias, cariño!, pero el que está orgulloso de hacerlo, y muy honrado, soy yo.
Ya sabes que si las personas no tenemos libertad, y si no se respetan nuestros
derechos políticos, sociales y económicos, entonces no podemos ni avanzar, ni
modernizarnos, ni progresar, ni desarrollarnos como seres humanos. Todos
tenemos una responsabilidad social, y en nuestro caso, en el de los militares,
se corresponde con la ayuda a mantener sociedades pacíficas que, a ser posible,
no tengan núcleos ni de marginación ni de sufrimiento entre sus componentes,
sus familias, sus gentes.
-¡Por
supuesto, corazón! En el Ejército tienes la oportunidad de especializarte en lo
que más te guste, de elegir la actividad a la que tu vocación te lleve, de ser
una gran profesional dentro de las Fuerzas Armadas y, además, de prepararte
para ello en las Academias y Centros de Formación de los que dispone nuestra
Institución.
-Papi,
y si te pido que en pocas palabras me resumas todo lo que me acabas de decir
para que no se me olvide..., ¿serías capaz?
-¡Oye,
chiquitita, menudo examen me estás haciendo en el desayuno! Pero... bueno, voy a
intentarlo; mira, si algún día perteneces al Ejército podrás aportar a la sociedad
civil tu espíritu de solidaridad, la virtud de tu humildad, la rectitud de tu
honradez, tu voluntad de perseverancia, la fuerza de tu valentía, el compromiso
de tu lealtad y la gloria de tu honor. Como ves, seguirás siendo la gran
persona que tú ya eres pero, además, ayudando y regalándote por completo a los demás.
-Gracias papi. ¿Me pasas la mantequilla...?
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