Parece una pregunta
pretenciosa y exagerada, pero nada más lejos de la realidad.
Nada más necesario
para nuestra propia felicidad.
"SE DAN ABRAZOS GRATIS" |
No se trata de un sentimiento caduco, apocado o en desuso, ni
mucho menos. Es más, si usted se emociona con asiduidad, si con frecuencia se
le humedecen los ojos ante determinadas situaciones, entonces es que usted es
una persona sensible, noble y buena. ¡Está vivo! Así lo he podido comprobar
repetidamente a lo largo de mi vida.
A la gente buena, a la buena gente, se le saltan las lágrimas
cuando le demuestras y le transmites, improvisadamente, que la quieres. Y si no
llora abiertamente en ocasiones, es por ocultar en público sus sentimientos más
profundos y personales. Las personas grandes se estremecen por el noble abrazo
de un niño que rodea sus piernas y le lanza su agradecida mirada desde un metro
más abajo; se emocionan por una manifestación artística de calidad; las mujeres
y los hombres de bien se descontrolan frente a las acciones de éxito de sus semejantes,
aún incluso cuando estos son meros desconocidos.
Si un pequeño detalle que recibes inesperadamente, sin
motivo, o un mensaje telefónico en el que te dicen que te quieren o que te
echan de menos, te altera y emociona, si una ayuda que te prestan sin tú
solicitarla, o si al recibir el reconocimiento explícito hacia tus virtudes
personales o profesionales lloras, si al regalarte un gesto de cariño
hecho por alguien a quien respetas y valoras o si cuando te dedican un “te admiro” si te sientes débil y
necesitado de comprensión, cierras los ojos en silencio, y si cuando tus mayores o tus
profesores te dan una palmadita de impulso y de ánimo tras el esfuerzo que has
realizado, te impresiona y te derrite, eso, significa que estás forjado desde
la base de los principios vitales más nobles y bondadosos, más limpios y
serenos, más insignes y distinguidos.
Emocionarse y llorar cuando pierdes a un ser querido es lo
común y lo lógico. Hacerlo ante una mala noticia es propio de una reacción
humana totalmente esperada y comprensible. Lo que marca la diferencia es
hacerlo no ante la adversidad o el infortunio, que también, sino frente a la
felicidad, la alegría y lo positivo. Y la vida, nos presenta tantas buenas
oportunidades para llorar, disfrutar y emocionarnos de felicidad, cada día, que
ya estoy esperando con ansiedad que llegue mañana para volver a sorprenderme y
conmoverme con cualquier buena acción, hacia mí o hacia los demás, eso da
igual; me apetece mucho que amanezca en unas pocas horas para comenzar cargado
de ilusión un nuevo día y disfrutar de un nuevo reto laboral, compartiendo
profesionalidad y aprendiendo más oficio; tengo ganas de sorprenderme al sumar una
nueva amistad, del premio de recibir un beso sincero de alguno de los que me
rodearán a lo largo del día.
LA FORTUNA DE EMOCIONARSE |
Cuando el viaje por la vida nos sigue excitando jornada a
jornada, nos acciona e impulsa hacia proyectos desconocidos y deseados, nos
invita a reposar en la reflexión sosegada y tranquila, y todo ello fabricando
lágrimas de emoción curativa, de gratitud humilde y de reconocimiento
consciente, es que –afortunadamente- aún no hemos llegado a la casilla última
del juego de nuestra vida y estamos mejor que nunca, potentes, valorando lo que
sí merece la pena valorar y disfrutando de las cosas, los momentos y las
personas que, realmente, construyen la auténtica felicidad.
¡Y si no controlamos la emoción, mejor!
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