SIN OPCIÓN A ERROR,
CON PLENO CONOCIMIENTO DE CAUSA, DESDE LAS MÁS COMPLETA EXPERIENCIA VIVIDA, CON
LA SUBJETIVIDAD QUE LA ADMIRACIÓN CONLLEVA PERO CON LA OBJETIVIDAD INAPELABLE QUE
PROPORCIONA EL RESULTADO FINAL, PUEDO ASEGURAR QUE LA COMPAÑÍA DE TEATRO DE POCHOLA PÉREZ-ANDREU... ¡TIENE UN
PAR DE HUEVOS!
Cuando una actriz de la talla y de
la exitosa trayectoria profesional de Pochola
Pérez-Andreu te llama por teléfono y
te propone que formes parte de su compañía para incorporarte a un proyecto teatral
configurado por medio centenar de personas –entre actores, técnicos, bailarines y colaboradores
directos- pretendiendo volver a poner en los escenarios un clásico del humor,
la obra ¡Vaya par de gemelas! que protagonizó
hace treinta y cinco años la inolvidable artista Lina Morgan, entonces, en ese momento, aún no eres consciente de todo
lo que se te viene encima, si es que se te ocurre decirle que sí, que aceptas
el reto.
Yo le dije que sí, pensando desde
mi más profunda ignorancia actoral que el recorrido hasta el estreno de la obra
añadiría tan solo un pequeño esfuerzo adicional a mis quehaceres diarios. ¡Bendito
error cometí! ¡Nada más lejos de la realidad! El balance ha arrojado un resultado
muy alejado de mis primeras elucubraciones. Comenzaron los ensayos diarios, los
ejercicios de memorización, los movimientos escénicos, la correcta proyección
de la voz, la evolución gestual, la dinámica de diálogos, el equilibrio
corporal, la interrelación entre los personajes y la complicada armonización de
la conjunción de todos estos elementos dispuestos sobre el escenario.
Al poco tiempo, empecé a
comprobar que había entrado a formar parte de un equipo especial de personas
buenas, de buena gente, de grandes compañeros y, además, de inmejorables
maestros y formadores. Pochola, la
líder, la jefa, la matriarca, desde el minuto uno supo inyectarnos a cada
miembro las dosis necesarias de compromiso, rigor y esfuerzo que todo gran reto
siempre exige. Pochola lo ha
conseguido, tras un año de ajustes, cambios, repasos, risas, llantos,
repeticiones, cansancios, ilusiones, mosqueos, bromas, selfis, ibuprofenos,
cafés, cervezas e innumerables retrasos por no encontrar aparcamiento para el coche
cerca del local de ensayo en el Círculo de
Amistad XII de Enero, en pleno centro de Santa Cruz de Tenerife, lo ha conseguido.
Las cuatro funciones ofrecidas al
público tinerfeño en su sala insignia –el Teatro
Guimerá- han sido un completo éxito. Pero la información sobre el propio
espectáculo ya ha sido ofrecida profusamente por los medios de comunicación de la
provincia y, respecto a lo que uno siente recibiendo miles de aplausos y risas
sobre el escenario, pues también es posible imaginar lo sublime del momento. De
eso, no procede ahora hablar. Aquí, en este espacio quiero contarles otra cosa,
lo que ustedes -los lectores- no ven, lo que ustedes -los espectadores- no saben,
lo que ustedes –compañeros- aún no les he dicho.
Lo que he percibido este último
año del equipo teatral del que me honra formar parte, tiene que ver mucho más con
las relaciones humanas que con los métodos de interpretación. Lo que ha quedado
colgado indeleble en mi corazón han sido emociones y sentimientos, gratitudes y
afectos, agradecimientos y momentos. Los responsables son mucho más que compañeros,
ya son amigos, cómplices inexcusables.
Mónica (Jacinta y Brigitte), has sido la profesora educada y elegante,
paciente y comprensiva, desprendida y generosa que cualquier alumno becario
desea.
Ángelo (Moncho), tú has marcado la metodología, el mapa guía, el
rigor experto y la cualificación que motiva al aprendiz.
Alicia (Calixta), me has aportado la medida justa de seguridad y
confianza, de conocimiento y empuje que permite superar los momentos de
incertidumbre profesional.
Oliver (Antolín), gracias a tu complicidad, a tu iniciativa, a tu originalidad
y a tu naturalidad cómica, has potenciado mis aptitudes.
Pedro (Santiago), tus sabias órdenes y tus cualificados consejos han
ordenado mis desorientados impulsos, han equilibrado mis desbocados deseos, han
dirigido mis ocultos anhelos.
Y tú, Pochola (Susana y Virginia), con un par de huevos has sido la bellísima culpable de todo
esto, la magnífica responsable de que yo haya tocado el cielo teatral, tan
deseado por tantos pero alcanzado por tan pocos; te lo debo a ti y así lo he
dejado firmado con las mil lágrimas de emoción y agradecimiento que, al caer, ha
recogido el negro suelo de madera del escenario del Guimerá y que he lacrado con el millón de aplausos que, aún en la
noche, retumban en mis sueños frente a tu cálida imagen de buena mujer, de
mejor compañera y de genial actriz.
Gracias Luis, Pilar, Bruno, Joel, Jonatan, Lirio, Javi, Mabel, David y Bohemios. A todos, gracias por tanto conocimiento, por todo lo que
me han enseñado, por fortalecer lo más bello de la relación humana: la buena amistad.
Fdo.: Conrado Pérez
EL QUE ES GRANDE .... LO ES EN TODOS LOS ASPECTOS DE LA VIDA , UNAS VECES UN POCO GRANDE Y OTRAS INMENSAMENTE INFINITAMENTE GRANDE ... POSESO LOLA ...GRANDE ... Y DE NUEVO FELICITAR A TODA LA COMPAÑÍA ....
ResponderEliminarTú sí que eres Gigante, amigo y compañero. Un besazo. Gracias.
EliminarSUPIERON, SUPISTE TRANSMITIR AL PÚBLICO ESA COMPLICIDAD Y CALIDAD HUMANA, QUE VA MUCHO MÁS ALLÁ DE LA TÉCNICA TEATRAL QUE A MUCHOS SE NOS ESCAPA. SUPIERON, SUPISTE, LLEGAR DIRECTO AL CORAZÓN, PROYECTANDO EN CADA PALABRA DEL LIBRETO, EN CADA MOVIMIENTO ESCÉNICO, EN CADA RISA EL ESFUERZO REALIZADO DURANTE UN AÑO DE TRABAJO. Y POR ESO ME GUSTÓ TANTO, POR ESO DISFRUTÉ TANTO, SENTADO EN LA FILA SIETE DEL TEATRO GUIMERÁ...PORQUE, AL CAER EL TELÓN, LA EMOCIÓN ERA MÍA
ResponderEliminarGRACIAS A TODOS...GRACIAS A TI, MANUEL.
No se puede ocultar el afecto, el cariño, el respeto y la admiración que ambos nos tenemos y que sentimos el uno por el otro. Tus palabras rezuman calidad humana, mucha. Gracias Un abrazo.
EliminarUn millón de gracias. Un millón de besos.
ResponderEliminarSENCILLAMENTE GENIAL!!!
ResponderEliminarMuchas gracias Javier. Un abrazo.
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