SE PUEDE, SÍ. EN
NUESTRO ENTORNO SOCIAL EXISTEN EXPERTOS QUE REÚNEN LAS TRES CONDICIONES
DESCRITAS EN EL TÍTULO, LO QUE POSIBILITA APRENDER ESTA ACTITUD QUE, CON EL
DEBIDO ENTRENAMIENTO, PERMITE ALCANZAR COTAS DE GILIPOLLISMO DIFÍCILES DE SUPERAR.
AGRESIVIDAD AL VOLANTE |
Para ser gilipollas,
provocador y acomplejado (a partir de ahora usaré la sigla GPA), deberemos conocer y activar el mayor número posible de los
siguientes comportamientos y, repito, no es complicado:
- “¡Me llegas a dar y te mato, cornudo!”.
Un peatón GPA, al ir a
cruzar un paso de cebra, se tirará sin mirar a la carretera provocando que el
conductor que ya estaba casi sobre el paso peatonal tenga que pegar un frenazo;
la acción se culminará profiriendo algún improperio al conductor que frenó.
- “¡Respeta a los peatones, coño, que ya no se puede ir tranquilo ni por
las aceras, tonto el haba!”.
Un GPA tiene que
insultar al ciclista despistado que, por error, se ha salido algunos
centímetros de su carril bici. La
calle es propiedad exclusiva del GPA.
- “¿Estás ciego o qué, imbécil, no me has visto que estoy parado?”.
El conductor GPA saca
la parte delantera de su coche varios metros por fuera de la línea que marca un
‘ceda el paso’ o un ‘stop’, para que el que venga con preferencia se joda y
tenga que frenar bruscamente.
- “¡A ver si vamos con un poquito más de cuidado, campeón!”.
El GPA, cuando va por
la calle, si se roza o golpea sin querer con alguien, tiene que continuar
caminando sin mirarlo y, por supuesto, sin disculparse. Su ruta es invariable y
la culpa es de los otros, por cruzarse en su camino.
- “¿Qué te pica, quieres una foto mía, o qué?”.
El GPA tiene derecho a
mirar fijamente a la cara a cualquiera que se cruce con él, y los demás deberán
evitar mirarle porque si lo hacen, el GPA podrá iniciar una disputa, para
defenderse de tal provocación.
- “¡Limpia
la mierda de tu perro, que es tuya, guarro!”.
Los GPA se paran en
medio de la calle y observan amenazantes a los dueños de los perros para
comprobar que recogen las cacas de sus mascotas porque, si tardan en recogerlas,
tienen derecho a insultarles de manera ostensible y humillante.
- “¡Uuhh!”.
Un verdadero GPA puede
cruzarse con otros vecinos en el portal o en el ascensor de su casa y debe
evitar el saludo, incluso si el vecino diera los ‘buenos días’, el GPA deberá
seguir su paso sin contestar, para no rebajarse o, como mucho, emitir un sonido
ininteligible sin apenas abrir los labios.
- “¡Cuidado, viene un listo!”.
Un buen GPA, cuando
escucha a alguien hablar con un acento diferente al suyo, sonríe, mira de reojo
a su grupo de amigos y, disimulando, espeta cualquier frase lapidaria cargada
de humor.
- “¡Pues anda que no hay cosas más importantes
en las que gastarse las cuatro perras que tiene uno!“.
Ser GPA es económico,
porque se viaja poco y se lee menos.
- “¡Estos del PSOE son unos calzonazos, mira que apoyar al PP!”.
El GPA, cuando anda de
bares, grita sentencias reflexivas de su propia cosecha, o mezcladas con algo
que ha oído en las noticias, para ofender y provocar a algún cliente que allí
se encuentre.
- “¡Ahí viene el puto listo, pues se va a joder que por aquí no pasa!”.
Un conductor GPA, si
observa por el retrovisor que se acerca un motorista o un ciclista, debe maniobrar
inmediatamente hacia el lado que más pueda impedir el paso de aquellos.
- “¡A ver dónde coño voy a
descargar la compra, sigan, sigan pitando, sigan!”.
El GPA, aunque pare el
coche en medio de la calle y entorpezca la circulación de todos los vehículos
que tiene tras él, jamás agradecerá o pedirá disculpas a los demás conductores
al reiniciar la marcha.
- “¡Apártate espabilado, dónde te han regalado el carné!”.
Cuando un GPA quiere
adelantar, acercará su coche a la parte trasera del vehículo delantero, a
escasos centímetros, como si fuera a echarle el coche encima.
- “¡Que
se vaya para España, a qué coño viene aquí este tío!”.
El GPA deberá burlarse
y ridiculizar a cualquiera que se ponga a su lado portando una pulsera, un pin
o un adorno con alguna bandera nacional. Las que más le enervan son las de
España. Si el GPA está con amigos, deberá avisarles con bastante sorna que
acaba de entrar un “facha de mierda”.
- “¡Qué asco de ciudad y de gente, estoy hasta los cojones, siempre me
tocan a mí todos los inútiles!”.
Un GPA se levanta de
muy mal humor y lo va demostrando en el recorrido al trabajo con varias
discusiones de tráfico, con una discusión política mientras desayuna el bar de
siempre e, incluso, jactándose de su mala leche frente a sus compañeros de trabajo.
- “¡Te lo digo yo, créeme, hazme caso, que de esto sé un huevo!”.
El GPA, dentro de un
grupo de amigos, es el único que tiene derecho y conocimiento para definir quién
es el mejor político, el mejor deportista o el mejor sistema económico. Sobre
sexo y religión también puede sentar cátedra.
- “¡Cuando salgo de mi casa solo como mierda, tío, no tienen ni puta idea
de cocinar!”.
El GPA tiene la condición
de haber nacido en un lugar en el que sus paisajes son los mejores del mundo, su
pueblo es el más pintoresco y coqueto, su comida es la más sabrosa y sus playas
son incomparables.
- “¡Que te he dicho que no, coño, y punto!”.
El GPA, llamará la
atención -a un familiar o a un amigo- siempre en público, vociferando, para
humillar aún más si cabe al reprendido.
- “¡Pero qué dices, si no habíamos apostado nada, aquello era una broma,
hombre!”.
Un GPA nunca paga una
apuesta perdida. Él, no pierde jamás.
- “¡Qué bueno, JAJAJAJAJA, qué gracioso, el mejor chiste, JAJAJAJAJA, que
he escuchado nunca, JAJAJAJAJA!”.
El GPA, dada su alta
capacidad de comprensión e intuición, cuando escucha un chiste –aunque sea malo
o ya lo conozca- se ríe más que nadie, más fuerte que ninguno de sus compañeros.
Es el más listo.
- “¡Qué pasa, ¿te molesto?, no te jode, qué delicadito ha salido el
colega, no me amargues la película, tronco!”.
En el cine, un GPA
puede poner los pies en el respaldo del asiento delantero, casi rozando la
cabeza de quien lo ocupa y, si se le ocurriera protestar, ya tiene razones para
iniciar una discusión a voces.
- “¡Pues te esperas que yo pase, no ves la correa y el perro, o qué!”.
Si el GPA tiene perro,
puede sacarlo a pasear con los 20 metros de cuerda que trae la cadena fuera del
carrete, atravesando toda la acera. Él, tiene preferencia.
- “¡Lo que faltaba, que no podamos jugar un partidito, la playa es de todos,
a ver si te enteras!”.
En la playa, un GPA
puede saltarse la prohibición de jugar a la pelota y molestar todo lo que
quiera, dar balonazos, manchar de arena a la gente o gritar gol para que se
entere toda la comarca.
- “¡Cómo es posible que hayan votado al ladrón ese, vamos no me jodas, con
gente masoquista como ustedes así nos va!”.
Respecto a las redes
sociales, un GPA muestra su desacuerdo acerca de un comentario ajeno mediante
el insulto y la descalificación hacia los demás usuarios. Él, es el que más
sabe de todo.
Amigo lector, si te
has identificado con varias de estas conductas, no con más de cuatro o cinco,
tranquilo, no te preocupes, todos tenemos malos momentos y malas rachas. Eres
una persona normal.
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